domingo, 1 de marzo de 2015

Presentación


El horizonte es el símbolo de las posibilidades que se ofrecen a nuestra vida. Pero nuestra vida es, además, la realización actual de esas posibilidades.

José Ortega y Gasset, 1931
Presentación

Las explicaciones públicas de un médico de a pie no tendrían razón de ser si en las últimas décadas no se hubiesen producido situaciones de cierta relevancia. A lo largo de mi generación ha cambiado la forma de relación entre el médico y su paciente. Desde la época de Hipócrates, cinco siglos a.C., hasta los años setenta del pasado siglo, los principios de la relación fueron los mismos, invariables. La autoridad del médico, conferida por sus conocimientos y por el poder que la jerarquía le otorgaba, dirigía las decisiones sobre el devenir terapéutico del paciente.
Un elemento que ha modificado la practica médica, sobre todo en Occidente, ha sido el advenimiento de la bio-tecnología que, además, ha movilizado enormes intereses económicos. Por otro lado nos hemos habilitado de una fuerza más sutil y de extraordinaria potencia: la bioética. A renglón seguido se han desarrollado conceptos éticos aplicados a las organizaciones sanitarias, lo que ha aportado una línea constructiva hacia la excelencia.
Coincide en este periodo el desarrollo de la teoría de caos y complejidad, que aplicada a la biología ha permitido conceptualizar de manera diferente el enfermar. Ello ha dado lugar a un cambio de perspectiva orientado a entender de modo diferente la salud. Pero hay más: en este corto periodo están emergiendo nuevas tendencias y actitudes en la práctica médica, algunas surgidas a partir de  medicinas antiguas y etnológicas. También desde diferentes campos de las ciencias sociales ha habido aportaciones muy significativas, en especial desde la antropología médica.
En conjunto, todo ello ha configurado un paisaje distinto, sorpresivo y nuevo, donde la aplicación de nuevos métodos de análisis ha posibilitado el crecimiento de una medicina basada en la evidencia, sin menospreciar el abordaje mediante el análisis cualitativo propio de la valoración clínica en cada caso específico. De esta manera se han alejado los dogmatismos y las subjetividades que acompañaron a la medicina durante tantos siglos y que tanto daño hicieron.
El acto médico entendido como eje central es el objetivo de esta reflexión: Qué es, cuál es su fundamento mítico, qué papel ha jugado, cuál juega en la actualidad y cuál jugará con probabilidad en el futuro. Para ello ha sido necesario intentar una respuesta a la pregunta: ¿cómo curamos y por qué? Ha sido preciso reflexionar sobre nuestra situación particular como sociedad medicalizada, que se ejemplifica a través de la estrecha relación entre el sistema económico y el sistema médico. Por último, esta reflexión se ha visto obligada a enfrentarse a la siguiente pregunta: ¿Qué estamos haciendo?, o lo que es lo mismo, ¿Qué fin estamos buscando? Soy consciente de que no podré obtener respuestas a tantas preguntas, pero espero que si de esta reflexión resulta un panorama que pueda orientarnos algo más, ya me podré dar por muy satisfecho.
Tres verbos me han servido para estructurar este proceso reflexivo: enfermar, sanar y colaborar, en este caso en la salud.
En la primera parte se aborda el tema del enfermar humano, ese terreno movedizo entre biología y cultura. En la segunda se analizan los mecanismos por los cuales se produce el milagro de la sanación, en ese mundo intrincado entre la persona enferma y la o las que intentan rescatarla del sufrimiento. En la tercera parte hay una aproximación al mundo de la colaboración, donde el espíritu colectivo construye nuevas realidades que dan lugar a nuevos hombres. Es en estas tres partes donde he querido dar una respuesta aproximativa a las preguntas antes expuestas. Luego siguen dos capítulos más de reflexiones generales, las primeras bañadas en la teoría de la complejidad y las segundas como bosquejo de un horizonte médico para el siglo en el que poco a poco nos adentramos.

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